miércoles, 27 de noviembre de 2013

Autoevaluación

Como señalaba en alguna intervención, me encuentro sugiriendo el uso de rúbricas a mis alumnos de cursada, pero no las uso yo. El recorrido propuesto esta semana me ha permitido tomar más conciencia del potencial de las rúbricas y la posibilidad de usarla para profundizar la forma de evaluación que ya utilizo.

Por consiguiente, uno de los desafíos en los próximos días (o semanas), será construir una rúbrica, o al menos un primer boceto a reflexionar. En este sentido, veo como potencial en la rúbrica explicitar (transparentar) los criterios que estoy empleando y que éstos sean accesibles desde un inicio para todos (y hasta en algún momento, tal vez al final de la cursada, discutibles). Esto me forzará a explicitar qué cuestiones son más significativas para mí (en tanto no se puede evaluar todo), así como intentar ser claro en los “indicadores” que espero para cada nivel. Además, podría emplearlas para las devoluciones que se hacen las parejas entre sí, y también para provocar una autoevaluación de los alumnos.

Por otra parte, el trabajo que puedo hacer en torno a la rúbrica en el primer cuatrimestre, nos permitirá reflexionar más profundamente sobre evaluación (pues siempre queda como un punto débil del proceso) y, por otra parte, tener un ejemplo concreto de cómo usar las rúbricas, como una opción posible entre otras.


Me queda indagar, en base al intercambio con otros compañeros, por las desventajas del uso de las rúbricas. Entiendo que hay algunas que se vinculan más con su confección, tales como la definición de las categorías (que sean relevantes) y la claridad de los niveles (sobre todo para que los “indicadores” no sean confusos), pero estaría bueno pensar otras dificultades más profundas de ellas. 

2 comentarios:

  1. A mi que no soy usuario hasta el momento de rúbricas me queda una duda. De acuerdo que al hacerlas públicas sirven como ayuda al estudiante para saber qué se espera de él, ¿pero esto no enmascaran cuál sería la actitud que realmente provocarían nuestras preguntas o actividades en el alumno? Si yo tengo una guía de como voy a ser valorado por ahi termino haciendo solo actividades "para la tribuna" y no mostrando por donde pasa mi genuino interés. Por ejemplo en este mismo curso se nos dice que si aparte de las herramientas propuestas usamos otras vamos a ser muy valorados, seguramente podría haber alguien que proponga otra herramienta solamente con ese objetivo aunque no le interese mayormente su uso. En cierto modo es parecido a lo que discutíamos en otro lugar de hasta que punto es válido hacer obligatorio un cierto número de intervenciones ¿no estamos generando intervenciones de poco valor solo para cumplir con los papeles?

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    1. Hola Alfredo, me resulta muy interesante lo que señalas y me motivó a pensar, te agradezco la intervención. Creo que en todo proceso educativo tenemos objetivos (o intencionalidades), no concibo un proceso en el cual el docente no busque provocar algunas cosas. Siempre buscamos que los alumnos sepan o puedan hacer algo, y esa decisión es nuestra y previa al encuentro con el otro (luego la tendremos que adaptar y andamiar, pero pienso que los objetivos son nuestros). Transparentar esta cuestión de los objetivos y criterios que tomamos para su cumplimiento, lo que hace es generar un contrato. Y, llegado el caso, hasta pueden discutirse y modificarse colectivamente esos criterios.

      Creo que la clave para salir de lo que señalas está en la construcción de las categorías y los niveles de ellas, para que estos sean significativos en el marco de los objetivos que nos proponemos. Así, como bien indicas, la categoría “participación” la puedo evaluar cuantitativamente (por número de intervenciones), pero también puedo hacerlo cualitativamente (relevancia o no de la intervención, si retoma lo dicho por los compañeros o no, el aporte que hace al proceso), o propiciar una mezcla de ambas. Esto es lo más complejo de la rúbrica, a mi entender, pues como bien decís, en buena medida la forma en que evaluamos condiciona todo el proceso. Y si esto es así, frente a una propuesta de evaluación interesante, tal vez podamos esperar procesos también interesantes. Más, aún cuando los alumnos hicieran las cosas para “la tribuna”, si nuestras pautas los llevan a desarrollar a partir de su cumplimiento un proceso significativo, ese hacer los marcará y, me animo a decir, les transformará el sentido inicial (“para la tribuna”) hacia una apropiación diferente, significativa para ellos (con sentido).

      Finalmente, pienso que esto del “genuino interés” nos conduce, nuevamente, a repensar todo el proceso (y nuestras concepciones sobre el aprendizaje y la enseñanza) y no sólo la construcción de la rúbrica. Si para mí, por ejemplo, hay un verdadero/falso, construiré la rúbrica con esa concepción del conocimiento; pero si, por el contrario, entiendo que hay pautas, criterios y lógicas que se deben adquirir, pero en esas lógicas las voces de los alumnos (su interés) pueden ser expresadas, mi rúbrica considerará eso y lo potenciará.
      Bueno, igualmente, todo esto es discutible, pero es mi concepción de nuestro rol como docente.

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