jueves, 21 de noviembre de 2013

Criterios de evaluación

Como señalaba en “Cómo evalúo”, en la Cátedra entiendo que nuestra búsqueda podría resumirse en las siguientes cuestiones: a) que los alumnos adquieran una lógica de pensamiento que les permita desarrollar planificaciones didácticas relevantes, significativa y que trabaje distintas operaciones mentales y b) que asuman el rol docente como un intelectual (Gramsci). Ambas cuestiones están vinculadas entre sí.

En definitiva, nos interesa el desarrollo de una habilidad concreta como es la  de planificar secuencias didácticas; y esa habilidad enmarcarla en una lógica de reflexión en la cual ese docente se asuma como un intelectual. Los textos que trabajamos, entonces, buscan dar pautas de qué cuestiones tener presente al momento de planificar las secuencias. No hay, por lo tanto, recetas, sino una lógica de pensamiento.

Como narraba, en el primer cuatrimestre el desarrollo de esta planificación atraviesa todo el cuatrimestre, en tanto deben: a) desarrollarla; b) “dar una clase” (tomando 20 minutos reales de esa secuencia) y c) repensarla.

Lo primero que hago al evaluar las secuencias desarrolladas es agruparlas en tres grandes grupos, que para mí responden a “momentos” del proceso de aprendizaje. Es decir, asumo que estos momentos se vinculan y, además, suponen un avance en la comprensión:
  1. Aquellas que han logrado transformar el tema en contenido. La primera tarea  para mí es construir de un tema amplio un contenido concreto. Esto supone precisar un eje de trabajo, el cual puede surgir a partir de un problema, una hipótesis, un caso, una tarea, un concepto clave, etcétera. Este eje articulador atraviesa la propuesta y le da amalgama (un sentido/direccionalidad). En relación a este punto, como Cátedra asumimos que un mismo contenido puede ser dictado de distintas formas, pues los objetivos que nos proponemos pueden ser diferentes. Así, no hay un bien/mal en relación a cómo se abordar un tema (aceptamos diversidad aquí),  sino más bien un eje de relevancia/no relevancia (social, política, cultural) o bien significatividad/no significatividad (en base a los alumnos concretos con los cuales nos vinculamos) sobre el cual evaluamos. Esto, que parece tal vez sencillo, es una tarea compleja, que requiere mucha reflexión de las parejas y, en varias, es un obstáculo a superar.  
  2. Dar al contenido rigurosidad y consistencia. Precisado el eje, entiendo que es relevante seleccionar una serie de conceptos claves que permitan abordarlo, conformando con ellos una red conceptual. Estos conceptos deben ser abordado con rigurosidad. También supone reflexionar qué es posible trabajar en el tiempo estipulado.  
  3. Generar una secuencia de actividades coherente con los objetivos señalados y, además, interesante (esto es, que trabaje distintas operaciones mentales y proponga diversidad de actividades). Acá es fundamental la pregunta por las operaciones mentales (descripción, comparación, análisis, etcétera) que se propone trabajar la secuencia; las actividades propuestas (en las cuales se vinculan las operaciones y el contenido definido); los materiales concretos de trabajo – textos, videos, fotos, etcétera- (tanto desde su relevancia como diversidad). En definitiva, el cómo trabajar el contenido, que supone la interrelación entre todas estas cuestiones.  La coherencia entre el qué y el cómo.

Me pasa, por la experiencia, que una lectura de ellas me “provoca” una reacción. Es decir, me surge un “está buena” o “no me cierra”. Tomo esa “intuición” y luego realizo una lectura más analítica, para ver cuales son los logros y las cuestiones a seguir trabajando de esa propuesta. Entiendo esa secuencia como parte de un proceso

En esta línea, provoco devoluciones de los alumnos entre sí y sumo las mías (que es detallada). En base a esas devoluciones, propongo que se modifique la secuencia inicial, y en mi corrección tomo en cuenta el proceso que la pareja pedagógica hizo, analizando si hay avances o no en relación a su trabajo anterior (por lo tanto comparo). También, creo, tengo esa mirada de conjunto de los exámenes y se genera en mi cabeza una serie de comparaciones entre las distintas propuestas. Eso está presente, aunque pienso que prima igualmente la referencia a los grupos que antes mencioné.


Finalmente, no hago un “promedio”. No pongo una nota por trabajo, sino que tomo en cuenta el producto final y su vínculo con el proceso que esa pareja hizo. 

6 comentarios:

  1. Hola Javier!, Es muy interesante la propuesta docente que emprendés con cada alumno.Me imagino que debe ser bastante ardua dado que es muy personal el lineamiento y seguimiento que realiza cada alumno, si yo mal no entendí.Cómo reaccionan los chicos, se prenden? participan?. Tenés algunos desaprobados?, en qué consiste no llegar al "producto final"?
    Te hago estas preguntas porque yo evalúo totalmente difernte, mucho más convencional. Es mas de problemas y los enfoco por ese lado.
    Bueno Saludos y nos estamos leyendo!

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    1. Hola Adriana, te cuento que en realidad trabajo con parejas pedagógicas, por lo cual una de las debilidades es conocer cuál es el proceso “real” de cada alumno. Es como si mi unidad fuera la pareja. Las propuestas están pensadas como si el “alumno” fuera la pareja. Por lo común, no logro notar desfasajes en el trabajo que realizan, salvo casos muy contados donde esto es muy notorio. A lo largo de los años, esta modalidad no ha provocado inconvenientes, por lo cual no hemos buscado herramientas para precisar si hay un desbalance, lo cual nos ha llevado a poner nuestros esfuerzos en mejorar otras cuestiones. No descarto luego pensar más en lo individual.
      Luego, otro dato no menor es que trabajo con unas 13 parejas (26 alumnos), y en mi experiencia, a lo sumo una pareja por año presenta dificultades tan significativas que son desaprobados (por no responder en todo el proceso, por no hacer el “click” necesario). Así que sí, hay alumnos que desaprueban (y para mí es un dolor de cabeza, pues trato de pensar qué puedo hacer para que ese “click” ocurra, ya que las oportunidades son muchas, pero a veces no lo encuentro).
      Para mí, no llegar al producto final implica no superar ese primer paso que narro en la entrada: no comprender la lógica por la cual un tema se transforma en contenido. Esto se debe, a mi entender, a la existencia de nociones muy arraigadas de la enseñanza y el aprendizaje (la lógica del conocimiento como transmisión, del bien/mal, etcétera) que los alumnos traen y no logran problematizar.
      Por lo general, el resto de los alumnos se engancha muy bien con la propuesta. Hay quienes la comprenden de entrada, y otros que les cuesta más, pero cuando se dan cuenta que la propuesta es en serio, se comprometen a fondo. La verdad es que el compromiso de los alumnos es muy bueno, salvo muy contadas excepciones.
      En relación a lo trabajoso, pienso que por un lado sí es más trabajo, pues uno lee más, piensa más las consignas y pone energía en contagiar la importancia de lo que hacemos, pero al mismo tiempo es más gratificante. Cada cambio que uno hace, en base a reflexiones como las que estamos haciendo (que de hecho a mí me están sirviendo un montón) nos permite hacer cosas más interesantes y con mayor impacto.

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  2. Hola, Javier,

    Tras leer varios posteos al respecto de criterios evaluativos, encontré muchas similitudes entre los que proponés vos y los que comentaba yo en mi blog. Creo que tiene que ver con que ambos trabajamos con una modalidad tipo taller, que articula teoría y práctica.

    A mí también me sucede que al leer un trabajo me ocurre que "me cierra" o "no me cierra", y hago ese ejercicio de intentar entender por qué. Como en tu caso, hay muchas maneras de escribir un texto que responda a una consigna, entonces por lo general formulo mis comentarios al modo de preguntas y observaciones, que no resuelven los problemas que presentan el texto pero intentan movilizar al escritor a reflexionar y pensar alternativas. En general, esos comentarios los escribo en el documento de GoogleDrive en el que trabajó cada estudiante y, luego, los charlamos en clase. Como comentás vos, los estudiantes también se hacen devoluciones y comentarios entre sí, en clase y en GoogleDrive. Todo este debate es retomado por cada aluno al reescribir sus textos.

    También apelo mucho a la comparación, entre trabajos (y reescrituras) de un mismo estudiante, y entre respuestas a una misma consigna de estudiantes distintos.

    Me preguntaba, ¿ustedes toman en cuenta la capacidad de los estudiantes para comentar y evaluar críticamente las planificaciones de los demás? Creo que ejercitar y desarrollar esa habilidad ayuda a pensar y evaluar de manera más crítica los propios trabajos.

    Saludos,

    Emilia

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    1. Hola Emilia, es muy bueno esto que señalas de articulación entre teoría y práctica, creo que efectivamente es un eje de la propuesta. También me siento identificado en esta lógica de devolución que señalas, de preguntar, sugerir, pero no plantear un verdadero / falso.
      La verdad es que tomo en cuenta la capacidad de los alumnos para comentar y evaluar las planificaciones de los demás, aunque no con demasiada profundidad. Ahora, en base a todo esto que estamos intercambiando, estoy pensando hacerlo. Más aún, estoy pensando hacer una rúbrica para la materia y poner esta cuestión como punto, más cuando tengo un punteo de qué cosas tener presentes para esa devolución, que se las paso a los alumnos.
      Lo que sí me ocurre, es que todas las devoluciones son a consciencia. No he encontrado devoluciones mediocres. Incluso, curiosamente o no, las parejas que tienen procesos propios más flojos pueden hacer devoluciones al otro significativas. El problema está en pensarse uno y su planificación.

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  3. Hola Javier!
    Decís... "Provoco devoluciones de alumnos entre sí"...
    Qué bueno eso! Me encanta!
    Debe ser muy interesante y enriquecedor... no solo para los alumnos sino para vos como docente también!
    Saludos!
    Caro

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    1. Hola Carolina, sí, escribí provoco en un doble sentido: propongo, pero además doy pautas de cómo hacerlo, no dejo que esto sea al azar.

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